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Argentina se consolidó como el cuarto productor mundial de litio y cuenta con distintos yacimientos en Salta, Jujuy y Catamarca. Este metal, fundamental en la transición energética, impulsa la tecnología y permite el salto hacia energías más limpias. En este contexto es indispensable conocer sus principales características.
El litio es un metal blando, de apariencia plateada y altamente reactivo. Su maleabilidad y baja densidad son dos de sus particularidades más importantes, porque permiten que el recurso sea moldeado y trabajado sin mayores inconvenientes.
Si se expone al aire o al agua, sufre cambios en su aspecto físico y en su maleabilidad. Esto se debe a que es altamente reactivo y tiende a oxidarse y fragmentarse.
Argentina logró consolidarse como el cuarto productor mundial de litio después de Australia, Chile y China. Gracias a las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, que concentran la mayor parte del mineral, nuestro país se volvió escenario principal a la hora de hablar de la extracción, producción y comercialización del recurso.
Al tratarse de un mineral cuya explotación fue creciendo en los últimos años, hay mucho interés en él y es esencial entender sus propiedades fundamentales para conocer realmente el verdadero impacto de este en la sociedad.
El litio es un tipo de metal alcalino muy liviano que se encuentra en la naturaleza, especialmente en lugares secos y salados como los salares. A pesar de ser un metal, es tan ligero que podría flotar en el agua.
Los usos del mineral son amplios, pero su principal rol está en la fabricación de baterías para autos eléctricos, celulares y otros dispositivos, ya que ayuda a su duración. Además, juega un papel crucial en la medicina para el tratamiento de algunas enfermedades.
En cuanto a la forma, ¿cómo se ve el litio? ¿Cambia su aspecto si se expone a otros compuestos o reactivos? A continuación, la respuesta.
La forma del litio
El litio, perteneciente al grupo de los metales alcalinos en la tabla periódica, es el metal más ligero y tiene una baja densidad. En su estado natural no se encuentra en su forma metálica pura: está presente en sales minerales como espodumena, petalita y lepidolita, así como en depósitos de salmuera. Una vez extraído de estos compuestos, procesos químicos permiten que adopte la forma de metal puro.
En su forma limpia es blando, plateado, como muchos de los elementos de su mismo conjunto, y altamente reactivo y corrosivo en presencia de humedad o aire. A su vez, es conductor de electricidad y calor.
Cuando está recién cortado, su brillo es metálico y lustroso. Debido a su estructura cristalina y la falta de una capa de óxido en la superficie en ese momento, el resplandor que desprende es intenso.
Como tiene una textura blanda, su superficie puede marcarse con bastante facilidad, lo que influye en cómo se ve bajo distintas condiciones. Por ejemplo, en temperaturas bajas el litio puede volverse transparente a ciertos tipos de luz, como los rayos X.
Características de maleabilidad
A diferencia de metales como el hierro o el cobre, el litio no presenta una superficie resistente y dura. Al ser un metal blando, su textura es suave al tacto y esto se debe a su baja densidad y a la disposición de sus átomos en la red cristalina.
En cuanto a su suavidad, si se lo compara con metales como el aluminio, el cobre o el hierro, el litio es el más terso. La desventaja de esto es que puede ser dañado cuando se lo manipula. Otro aspecto importante es que es altamente maleable: puede ser moldeado, doblado o aplanado sin romperse.
El litio es una pieza clave de la transición energética y es precisamente esta característica de maleabilidad y baja densidad la que permite que su aplicación sea ideal en el mundo de las baterías, donde es necesario contar con metales ligeros y moldeables.
Cambios frente a distintas exposiciones
Como es altamente reactivo, si el litio se expone al aire, su superficie reacciona rápidamente formado óxido de litio e hidróxido de litio. Frente a este cambio, su color pasa del plateado al gris oscuro, casi negro. A medida que se oxida pierde su brillo metálico y se torna opaco y apagado.
En contacto con el agua, el litio reacciona de manera exotérmica, es decir que libera calor durante la reacción. A medida que reacciona con el agua, su masa metálica disminuye y parte de él se convierte en hidróxido de litio y se disuelve. Libera un gas hidrógeno que forma burbujas y que contribuye al desmoronamiento del litio en el agua.
A diferencia de lo que sucede con el sodio o el potasio cuando entran en contacto con el agua, el litio genera calor, pero no lo suficiente como para encender el hidrógeno liberado. Es en este proceso que puede fragmentarse y se descompone en piezas pequeñas por la liberación de gas y la reacción química. Su superficie se corroe y adquiere una textura más rugosa.
El litio se convirtió en un recurso esencial en la transición energética debido a sus propiedades y características. Como su presencia no deja de crecer, tanto a nivel nacional como mundial, es importante comprender su apariencia, reactividad y comportamiento frente a diferentes condiciones.