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El litio es crucial para la transición energética y a la industria tecnológica que requiere del recurso para subsistir. Como en los últimos años se volvió un actor central en el tema, ha crecido un arduo debate respecto al uso del agua en el proceso de extracción y producción del mineral.
En un entorno en el que se habla tanto del uso del agua es importante mencionar el concepto de balance hídrico, que se enfoca en gestionar y controlar su uso en todas las etapas de producción del litio. Este busca minimizar los impactos ambientales y evitar la sobreexplotación de los recursos locales.
Para controlar el balance hídrico en las cuencas de litio se aplican regulaciones, tecnologías de tratamiento y reciclaje de agua, monitoreo continuo de los recursos hídricos y se apela a la participación comunitaria en la toma de decisiones.
La exploración y producción del litio lleva años creciendo en Argentina por varias razones: en primer lugar, a raíz de su rol fundamental en la transición energética y, en segundo, porque existe toda una industria tecnológica que necesita de este recurso para subsistir.
En este sentido, nuestro país se posiciona como uno de los principales productores del mineral gracias a la alta concentración de litio que existe en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca. Junto a Australia, Chile y China, Argentina logró convertirse en un actor central en lo que respecta al recurso.
Cuando se habla de litio se piensa inmediatamente en el agua, cuyo uso atraviesa los procesos de extracción, producción y refinación del recurso. Una gestión responsable del agua es crucial para garantizar la sostenibilidad en la industria y minimizar los posibles impactos ambientales. En este sentido surge el concepto de balance hídrico, que ha ganado peso y relevancia en los últimos años.
Balance hídrico, ¿qué es?
El balance hídrico es entendido como la relación entre el litio y la gestión y control del uso del agua en los procesos de extracción, producción y refinamiento del mineral. Este concepto tiene su punto de partida en la evaluación de la cantidad de agua utilizada en relación con la cantidad disponible. A su vez, garantiza que el proceso no cause daños ambientales, contaminación o sobreexplotación de los recursos.
Un informe llamado “Agua y Litio” del medio InduAmbiente profundiza sobre la vinculación entre ambos conceptos. En términos abstractos, señalan, la sal, el agua y el litio se llevan muy bien: la mayor parte de ese recurso mineral está contenido en depósitos de salmuera, como ocurre en el Salar de Atacama, en Chile.
Cuando se habla de balance hídrico entran en juego diferentes marcos y regulaciones. A modo de ejemplificar, en Argentina cabe resaltar el artículo 23 de la Ley General de Medio Ambiente de la Provincia de Jujuy, que define los umbrales de los proyectos de exploración de litio, y señala que “no es necesario el uso de agua o su uso será solo para trabajos que se realicen, no permitiéndose ensayos de bombeo ni tomas de muestras de agua de volúmenes superiores a los cincuenta litros por unidad”.
En líneas generales, el balance hídrico considera los diferentes aspectos tanto del agua como de la salmuera de la que se extrae el litio y, mediante diferentes regulaciones, políticas y monitoreo, intenta minimizar cualquier tipo de impacto que el uso del agua pueda tener a nivel social y ambiental.
El balance hídrico y el litio
En un informe titulado “Proceso de extracción del litio y recuperación del agua”, Clara Viacava y Lara Rodríguez Altamirano recopilan lo que es la ubicación general de las cuencas en las que se encuentra el litio y cómo las mismas se vinculan con el agua.
Las especialistas plantean en primer lugar que las cuencas de la Puna poseen dos características estructurales principales: están rodeadas por cordones serranos y desarrollan un lago o salar en su centro. Esto permite distinguir dos subambientes: por un lado, los cordones montañosos que rodean la cuenca, en donde se concentran las precipitaciones y las pendientes son elevadas y, por otro, el sector central de la cuenca donde las pendientes son bajas y las precipitaciones menores.
En cuanto a la presencia del agua en estas cuencas, Viacava y Rodríguez Altamirano expresan: “El funcionamiento hidrogeológico general de la cuenca consiste en la recarga de agua por precipitaciones en los sectores montañosos y su descarga por evaporación en el sector central de la misma. El tránsito del agua desde las áreas de recarga hacia la zona de descarga se produce primero a través de valles y quebradas y, una vez que abandona el frente montañoso, da lugar a una importante geoforma conocida como abanico aluvial a través de la cual el agua transita por flujo subterráneo y, en menor medida, por flujo superficial en canales intermitentes sobre la superficie del abanico que funcionan durante los eventos de precipitación”.
Es a raíz de la evaporación que la salmuera del centro de la cuenca concentra sales que dan lugar a diferentes minerales, como el litio. “La dinámica de las aguas subterráneas en el centro de la cuenca se da mediante la interfaz entre las aguas dulces que bajan de la cuenca”, profundizan las especialistas.
Así, resaltan que existen dos áreas diferentes en cuanto al flujo subterráneo de las aguas: el núcleo del salar, hidrodinámicamente aislado, donde se encuentra la salmuera, y la zona de mezcla donde se produce la interfaz agua dulce – salmuera. Considerando entonces estas características, Viacava y Rodríguez Altamirano explican que es crucial contar con un modelo hidrogeológico apropiado y una red de monitoreo para control de las variables ambientales para evitar cualquier tipo de alteración del ciclo hidrológico.
Control del balance hidrológico
Considerando lo esgrimido anteriormente, las compañías deben garantizar entonces el correcto uso del agua en todos los procesos que involucran la extracción del litio. El balance hídrico combina enfoques regulatorios, tecnológicos y de gestión para garantizar el uso sostenible del agua. Algunos puntos a considerar son:
- Regulación y políticas: tanto los gobiernos como las autoridades locales de cada provincia pueden implementar regulaciones que limiten la cantidad de agua que las operaciones de litio pueden extraer. Esto puede incluir desde permisos de agua hasta límites de descarga.
- Tecnología: las instalaciones de extracción y producción pueden implementar tecnologías avanzadas de reciclaje y tratamiento del agua para reutilizar la que se usa durante el proceso. Así se reduce la demanda y se minimiza la descarga de aguas residuales.
- Monitoreo: la base del balance hídrico radica en monitorear y gestionar los recursos para evaluar la calidad y cantidad del agua en las cuencas de litio y evitar impactos negativos a nivel social y ambiental
- Consultorías públicas: involucrar a las comunidades, una acción cada vez más frecuente por parte de las compañías, en el proceso de toma de decisiones sobre el uso del agua en las cuencas de litio puede reducir las preocupaciones y encontrar soluciones que equilibren las necesidades de la industria con las de los habitantes de la región.
En línea con algunos de estos puntos, en el segundo semestre de 2023 el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenamiento de Energía de Jujuy (CIDMEJu) reveló que está investigando tecnologías que podrían ayudar a mantener el balance entre litio y agua en la Puna. Una de ellas es la adaptación de un proceso que ya se utiliza en otras industrias y que tiene sus fundamentos en un método electroquímico.
Se trata de un procedimiento en el cual se utiliza electricidad para separar los minerales disueltos de la salmuera. Según Laura Vera, científica del CIDMEJu, esto “permite recuperar el litio y otros elementos valiosos, eliminar residuos sólidos y obtener agua de baja salinidad que podría usarse para riego en regiones áridas. Tampoco utiliza reactivos químicos”. Para las empresas, además, esta tecnología aceleraría los procesos de evaporación de litio, reduciendo el tiempo de 48 meses a unos pocos días.
Considerando todos estos puntos, se comprende que el balance hídrico fue tomando peso en los últimos años y permite que exista una relación positiva entre el litio y el agua, evitando conflictos ambientales y sociales.