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Litio: la gran oportunidad de la puna argentina

Argentina tiene la posibilidad de generar recursos para su población y al mismo tiempo favorecer el medioambiente de todo el planeta. Pero para aprovechar este momento se requiere coraje y no caer en la confusión generada por grupos ambientalistas con intereses poco claros.

Argentina tiene una nueva oportunidad histórica para desarrollarse como país: el litio. Somos unas de las pocas naciones en el mundo con reservas para producir este mineral con el que se fabrican las baterías. La demanda está creciendo para poder movilizarnos en autos eléctricos, contribuir con la transición energética y luchar contra el cambio climático. El litio se convierte en el recurso clave para el desarrollo del país, reducir la pobreza y estabilizar la economía.

¿Vamos a permitir que esta nueva oportunidad se nos escape? ¿Dejaremos ir esta posibilidad fácilmente o nos esforzaremos para potenciar su riqueza?

El litio se encuentra en nuestras tierras y somos parte de una de las pocas regiones del mundo que tienen la posibilidad de acceder a él. La Argentina ya es el cuarto productor mundial (si, N°4 entre los más de los 190 países del mundo). Pero tenemos mucho para crecer.

No es un capricho, es una realidad. El litio en Argentina (así como Vaca Muerta) se presenta como una oportunidad que abre las puertas a un nuevo país desarrollado con posibilidades económicas y cambios socioculturales importantes, sobre todo, para la región donde se la puede encontrar, como las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. Para estos pueblos, es una oportunidad única.

Empecemos por los hechos. La Argentina, junto a Chile y Bolivia, poseen casi el 65% de las reservas mundiales de Litio. Es decir que, el denominado ‘Triángulo del Litio’, se presenta como la zona geográfica donde se encuentran las mayores reservas mundiales de litio. Durante el 2022, de acuerdo a información de la secretaría de Minería, las exportaciones del carbonato de litio, por ejemplo, alcanzaron los US$696 millones, lo que representó una suma del interanual del 234%. A su vez, los proyectos que se desarrollan en Argentina permitirían incrementar progresivamente la producción hasta las 262.000 toneladas anuales en 2025.

Esta tendencia indica que existen personas que están trabajando en desarrollar el litio en Argentina. Pero no están solos: detrás de los que ‘hacen’, aparecen grupos críticos que buscan boicotear la producción con razones infundadas y supuestamente desinteresadas. Hablan del litio y de esta oportunidad con desprecio, sin tener en cuenta que es posible un desarrollo sustentable de la actividad. No sabemos los intereses que hay detrás, pero increíblemente boicotean esta oportunidad.

Respetamos la voz y la pluralidad de voces porque creemos en la diversidad de las opiniones para poder crear soluciones comunes que busquen lo mejor para nuestro país. Pero es necesario resaltar (y sobre todo corregir) puntos que, para nosotros, son infundados o no tienen consistencia:

Para qué se produce litio

Los críticos del litio argumentan que su explotación afecta el medioambiente. Una paradoja teniendo en cuenta que su producción, justamente, es un esfuerzo internacional para evitar la emisión de gases de efecto invernadero, cambiando energías fósiles como el petróleo por electricidad, en el marco de la lucha contra el cambio climático. 

El uso del agua en la producción del litio

Muchos grupos alertan por el uso del agua para la producción de litio. Pero esto tiene su complejidad y, para entenderla, es necesario hacer un benchmarking (comparación) y, a su vez, entender el concepto de oferta y demanda de agua. 

Por ejemplo, para la producción de alimentos se hace uso de cantidades de agua que, volumen a volumen, es varias veces más que el producto final que se obtiene. Es el caso del arroz, para producir un kilo se necesitan 2500 litros de agua. 

De acuerdo a datos existentes, con el método tradicional de producción de litio, el consumo de agua es de unos 50 m3 por tonelada de carbonato de litio equivalente (CLE); es decir 50 litros por 1 Kg de CLE, según expone el Prof. Dr. Rodolfo Fernando García Maurizzio, de la Universidad Nacional de Salta, en el XII Seminario Internacional Litio que se llevó a cabo en Salta, Argentina.

Para saber si esto es poco o mucho, continúa García Maurizio, se debe tener en cuenta la oferta natural de agua en un ambiente hidrogeológico que depende, entre otros factores, de la recarga; es decir el ingreso de agua a un sistema hidrogeológico que se caracteriza por ser variable en el tiempo y en espacio, por lo que es totalmente dependiente de los aspectos climáticos actuales y pasados, explica García Maurizio.

Los especialistas, deben tener en cuenta esta oferta y demanda de la cuenta para producir su balance hídrico y mantener controladas las variables para lograr así una producción sostenible. 

En la exploración no se toca el agua

En la etapa de exploración, que es la etapa que permite saber de antemano si el trabajo será justificable y viable, no es necesario usar agua. Hay que entender que la consciencia ambiental no está solo del lado de los ambientalistas. También lo está en los partícipes de la producción; esto incluye a todos los que son parte de la producción que no son solo empresa privadas sino también el Estado y organismos que son los encargados de establecer los límites a la actividad y velar por su cumplimiento.

Las exportaciones del carbonato de litio alcanzaron los US$696 millones, una suma interanual del 234%.

La industria sabe cuán necesaria es la adopción de prácticas sustentables y amigables con el medioambiente. Por eso es que, hace tiempo, comenzó a transitar por dicho camino y a crecer a pasos agigantados y, sobre todo, trabajando en conjunto entre empresas, Estado y las comunidades.

El litio y las comunidades aborígenes

Vamos a un segundo punto y muy importante: las comunidades originarias que, lamentablemente, se convierten en carnada de los anzuelos pesqueros de los ambientalistas. Estos, en busca de beneficios propios y políticas a su favor, interpelan a las comunidades que, con desinformación y desconfianza, miran de reojo a las empresas productoras de litio. 

Las falsas creencias de que las comunidades se van a quedar sin tierras, que no van a tener agua o que no se los va a incluir en el proceso, forman parte del discurso de los intereses opositores del litio. La realidad es que su verdad no coincide con la actualidad de lo que sucede. Un caso ejemplar es el de Jujuy en el Salar de Olaroz. Las 10 comunidades de influencia del proyecto dieron su aprobación para la exploración y la empresa se encuentra extrayendo y exportando litio desde diciembre de 2014.

¿Esto por qué sucede? Las comunidades fueron consultadas previa, libre e informadamente antes de iniciar el proyecto. Se les compartió la información necesaria como así los informes correspondientes de Impacto ambiental que, por ley, las empresas deben presentar.

Esta participación va mucho más allá de los informes. La generación de empleo en la localidad fue clave para su integración social. Desde los puestos de trabajo directos en la exploración de litio, hasta empleos indirectos en la cadena de suministro y servicios relacionados con la industria, son opciones para las personas de la comunidad. En el caso de Sales de Jujuy el 40% de los empleados proviene del pueblo de Atacama, mientras que otro 35% son oriundos de otros puntos de la provincia. Esto quiere decir que el 75% de la mano de obra de la empresa es local.

La aceptación por parte de la comunidad parte también de su anhelo por querer mejorar su calidad de vida, por contar con mayor infraestructura y por soñar con un futuro mejor y con oportunidades para sus futuras generaciones; para que sus hijos no se vean obligados a abandonar sus tierras. Esto no quiere decir renunciar a sus tradiciones y muchos menos al cuidado de su tierra. El litio es para los pueblos originarios del Norte argentino una posibilidad única para ampliar las oportunidades, acercar nuevos servicios y ampliar la oferta educacional, de salud, entre muchos aspectos positivos. 

Todo esto lleva indudablemente al desarrollo regional. La exploración del litio puede tener un impacto positivo en el crecimiento de las zonas partícipes y mejorar indudablemente la calidad de vida de las comunidades cercanas a los yacimientos productores de litio. Así como la mencionada creación de empleos y la inversión en infraestructura, pueden optimizar las condiciones de vida en dichas áreas y promover el desarrollo económico en la región.

Esto va de la mano con el desarrollo y el fomento de más investigaciones que continúan en búsqueda de nuevos y mejores procesos y métodos que sean más sustentables. Innovaciones tecnológicas que permitan aminorar las consecuencias del cambio climático, traigan más conciencia en los procesos y, sobre todo, florear las oportunidades de un mineral que no debemos desaprovechar, el litio. 

Frente a toda esta evidencia, volvemos a preguntarnos:  ¿Vamos a permitir que esta nueva oportunidad se nos escape? ¿Dejaremos ir esta posibilidad fácilmente o nos esforzaremos para potenciar su riqueza?

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Escrito por Redacción LitioArgentina