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El crecimiento del litio en el NOA promete inversiones récord, exportaciones en alza y miles de empleos, pero enfrenta un desafío decisivo: atraer y retener talento en zonas remotas y de alta exigencia. La falta de personal técnico capacitado y la baja retención en entornos aislados ya están afectando el ritmo de algunos proyectos.
Los modelos tradicionales de trabajo en altura generan desgaste físico y emocional, y son una de las principales causas de renuncia. Al mismo tiempo, muchas comunidades locales aún no cuentan con la formación técnica suficiente para abastecer la demanda laboral del sector.
La solución pasa por un enfoque integral de “talento sostenible”: mejores experiencias de trabajo, programas de capacitación territorial, beneficios adaptados a cada comunidad, oportunidades reales de crecimiento y un fuerte acompañamiento al bienestar de las personas.
Solo así la industria podrá sostener su expansión y convertir el boom del litio en desarrollo humano y regional de largo plazo.
La minería del litio en Argentina va camino a transformarse en un pilar de la economía nacional. El auge de proyectos de salares en provincias como Jujuy, Salta o Catamarca promete inversiones millonarias, exportaciones crecientes y la generación masiva de puestos de trabajo.
A pesar de ese impulso, la industria enfrenta un obstáculo estructural: la escasez de mano de obra calificada en zonas remotas. Según distintos reportes recientes de medios, la escasez de personal especializado en provincias como Jujuy y Salta frena la ejecución de algunos proyectos de litio.
Eso confirma lo que ya reportaba el mercado laboral: las vacantes técnicas, operativas o especializadas en minería figuran entre las más difíciles de cubrir en el país.
Desde Adecco Argentina, a través de su División Minería, en un reciente comunicado señalaron que la minería enfrenta un doble desafío: encontrar talento calificado y lograr que dicho talento permanezca en zonas de difícil acceso.
El problema no se resuelve con salario únicamente: los esquemas tradicionales de rotación (como 14 días de trabajo por 14 de descanso, o 5×4) resultan agotadores, especialmente en altura y lejos de centros urbanos. Muchas renuncias se deben al cansancio físico, al aislamiento y al desgaste emocional que conlleva trabajar en la puna. Esto obliga a replantear la estrategia de recursos humanos.
En este escenario, se abren nuevos modelos más humanos e integradores: beneficios adaptados a distintos “anillos” de contratación (comunidades cercanas, capitales provinciales, otras regiones), programas de capacitación técnica local, oportunidades de desarrollo profesional, acompañamiento social y familiar, y apoyo a la formación de proveedores locales.
La idea es simple pero ambiciosa: no solo cubrir puestos, sino también construir trayectorias laborales sustentables que fortalezcan las comunidades y aseguren la continuidad de los proyectos.
El diagnóstico es claro. Ahora bien, ¿qué factores explican esta tensión creciente en la gestión del talento?
¿Por qué es urgente repensar el empleo en la minería?
Demanda creciente vs. oferta limitada
El litio está en el centro de la transición energética global. Según un reciente informe oficial, los recursos minerales argentinos podrían abastecer gran parte de esa demanda creciente.
Pero esa promesa se choca con una realidad concreta: según datos de 2025, la industria minera registró una caída del empleo formal, con solo 38.801 empleos directos registrados en abril de ese año, la cifra más baja en dos años. Muchas vacantes quedan sin cubrir, sobre todo en áreas técnicas, operativas y especializadas.
Formación técnica insuficiente en zonas remotas
Varias provincias mineras no cuentan con la oferta educativa adecuada para formar técnicos capacitados en litio, geología, electromecánica u operaciones mineras.
Eso obliga a las empresas a buscar talento fuera, en ciudades lejanas, lo que complica la logística, incrementa los costos y debilita la vinculación con comunidades.
Desgaste físico, emocional y social: un costo invisible
Trabajar en altura, en soledad, lejos del hogar y bajo fuertes condiciones climáticas no solo exige fortaleza física, sino que también exige acompañamiento social, psicológico, familiar.
Estudios en minería con esquemas “fly-in fly-out” (trabajo por turnos en zonas remotas) advierten sobre riesgos de aislamiento, estrés, salud mental frágil y baja retención. Por eso, reducir la rotación no depende solo de salarios: requiere inversión en bienestar integral, infraestructura, acompañamiento humano y una estrategia de vinculación con las comunidades locales.
Hacia un modelo de talento sostenible
“Creemos que la sostenibilidad del talento en entornos remotos requiere un enfoque integral: mejorar la experiencia en la operación, diseñar esquemas más humanos y, al mismo tiempo, trabajar en la formación y el crecimiento locales. Solo así la industria puede ser atractiva y viable a largo plazo”, explicó Facundo López Cordini, director de Outsourcing de Adecco Argentina.
Si la minería del litio quiere consolidarse, debe integrar un enfoque humano, social y técnico. Algunas líneas clave:
- Formación técnica local: trabajar con gobiernos y centros de formación para alinear talentos a las necesidades reales del sector.
- Planes de carrera y desarrollo profesional: no limitarse a empleos temporales, sino ofrecer estabilidad, capacitación continua, posibilidad de ascenso.
- Beneficios adaptados al contexto: vivienda digna, transporte, salud, actividades de contención social y conectividad, especialmente en zonas aisladas.
- Inclusión de comunidades y proveedores locales: fomentar la contratación local, desarrollar proveedores regionales, integrar a la comunidad en el proyecto productivo.
- Cuidado del bienestar físico y mental: reconocer los efectos del trabajo remoto en altura e invertir en apoyo psicológico y social.
Este enfoque no solo mejora la retención de talento, sino que también contribuye a la sostenibilidad social, la licencia comunitaria para operar y el desarrollo regional.
De este modo, el litio puede ser la gran palanca para el desarrollo de las provincias del NOA. Pero su futuro no depende solo del mineral: depende de su gente.
Si la industria reconoce que el talento humano es un activo estratégico, podrá transformar el boom del litio en una oportunidad sostenible, que genere empleo digno, arraigo regional, desarrollo social y una minería moderna, responsable y con futuro.
