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En 2018 comenzaron las operaciones exploratorias en el Salar del Hombre Muerto, y en 2024 se inauguró en General Güemes la primera planta comercial de hidróxido de litio del país. Actualmente se construye una segunda planta, de carbonato de litio, en la zona compartida entre Salta y Catamarca.
El proyecto generó miles de empleos en la etapa de construcción y hoy emplea a más de 400 personas de forma directa.
Entre los principales retos se destacan la infraestructura vial y energética, la capacitación de la mano de obra y el cuidado ambiental
El desarrollo de proyectos de litio en la Puna salteña no solo supone la llegada de inversiones extranjeras, sino también una transformación de la matriz productiva provincial. Así lo reconocen tanto las autoridades locales como legisladores, que en junio de 2025 recibieron a directivos de Posco en la Comisión de Minería del Senado salteño. Allí se detallaron avances en empleo, proveedores, vinculación comunitaria y sostenibilidad.
El senador Miguel Calabró, presidente de la comisión, destacó la importancia de acompañar a la industria con gestiones en infraestructura y control ambiental: “Desde el Senado buscamos garantizar que en materia de medio ambiente, capacitación y absorción de mano de obra local, las empresas trabajen en línea con las necesidades de la provincia”.
De la exploración a las plantas industriales
El proyecto Sal de Oro se puso en marcha en 2018 con tareas de exploración en el Salar del Hombre Muerto. Poco después comenzó la construcción de la planta CP1, dividida en dos etapas: una de extracción en la Puna, a 4.000 metros de altura, y otra de procesamiento en General Güemes.
Esta última fue inaugurada en octubre de 2024 y marcó un hito: se convirtió en la primera planta comercial de hidróxido de litio en Argentina, con capacidad para producir 25.000 toneladas al año.
En paralelo, se construye la planta CP2, destinada a la producción de carbonato de litio en un área compartida entre Salta y Catamarca. Según las proyecciones oficiales, en 2026 ambas instalaciones podrían alcanzar una producción combinada de 50.000 toneladas anuales. Las reservas estimadas rondan los 14 millones de toneladas, con una concentración promedio de 900 mg/l de litio.
Empleo local y proveedores salteños
Uno de los puntos más destacados es la generación de trabajo en la región. Según datos presentados en el Senado, durante la etapa de construcción del CP2 se contabilizan 3.600 contratados, de los cuales más de la mitad son salteños. En cuanto al empleo directo, actualmente el proyecto sostiene a 431 trabajadores, con un 70 % de origen provincial.
La diversidad de perfiles es amplia:
- 50 % cuenta con estudios primarios o secundarios.
- 26 % estudios universitarios.
- 17 % posee tecnicaturas.
- 5 % maestrías vinculadas a la actividad minera e industrial.
Para responder a las demandas técnicas, la empresa impulsa programas de capacitación en soldadura, mantenimiento industrial e inglés técnico, y sostiene convenios con universidades locales como la UNSa y la UCASAL.
En el plano productivo, funcionan 70 proveedores activos, 36 de ellos salteños. Estos abastecen desde insumos básicos hasta soluciones más específicas, como pallets, big bags, ácido fosfórico y servicios de tratamiento de residuos ácidos.
Infraestructura y conectividad: los desafíos para crecer
El desarrollo sostenido de la industria requiere mejoras en infraestructura energética, vial y de conectividad. Tanto la empresa como los senadores remarcaron la importancia de fortalecer la red eléctrica, avanzar en la conexión al gasoducto Atacama y optimizar rutas clave como la Ruta Nacional 51, fundamental para transportar insumos y exportar producción.
El senador Calabró explicó que la provincia ya gestiona ante Nación la pavimentación de este corredor estratégico. A su vez, se señaló la necesidad de simplificar trámites administrativos y agilizar autorizaciones ambientales, aspecto que también condiciona el avance de las inversiones.
En cuanto al cuidado ambiental y la generación de energía verde, la compañía informó que avanza en la incorporación de gas natural en sus operaciones y proyecta la construcción de una planta fotovoltaica para reemplazar parte de la generación actual a diésel, con el objetivo de reducir la huella de carbono.
La discusión legislativa dejó en claro que el desafío provincial será acompañar el crecimiento minero con controles efectivos y diálogo constante con las comunidades.
De acuerdo con las estimaciones oficiales, las reservas de Sal de Oro permitirían sostener operaciones por más de seis décadas. Pero más allá de la escala productiva, el verdadero reto será garantizar que esa riqueza mineral se traduzca en empleo calificado, infraestructura duradera y desarrollo social para la región.
En palabras del senador Gustavo Carrizo: “El camino de la integración de la actividad con las comunidades locales es la inversión en convivencia, para garantizar proyectos a largo plazo”.