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Investigadores de la Universidad de Wisconsin–Madison desarrollaron un método electroquímico para recuperar litio de baterías LFP usadas, ofreciendo una alternativa más limpia y eficiente que los procesos tradicionales. Este avance surge en un momento estratégico, ya que la expansión de los vehículos eléctricos hace que el reciclaje del litio sea tanto un desafío tecnológico como una oportunidad económica.
El proceso propuesto por la profesora Choi no requiere temperaturas extremas ni grandes cantidades de reactivos, y ya genera interés entre fabricantes globales. Un prototipo está en desarrollo y se planea una startup tecnológica para llevar la solución al mercado, reforzando la resiliencia de las cadenas de suministro frente a cuellos de botella en la minería.
A futuro, la normativa europea exigirá que un porcentaje mínimo del litio en baterías nuevas provenga de fuentes recicladas, lo que impulsa la economía circular. Tecnologías complementarias, como el reciclaje directo de cátodos y la reutilización de baterías por empresas como Redwood Materials, demuestran que es posible combinar innovación y sostenibilidad para optimizar el valor del litio usado y reducir el impacto ambiental.
Investigadores de la Universidad de Wisconsin–Madison desarrollaron una tecnología electroquímica innovadora que permite recuperar litio de baterías usadas de tipo LFP (litio-hierro-fosfato). Este avance ofrece una alternativa más limpia y eficiente frente a los métodos tradicionales de reciclaje.
Según Ámbito, las baterías LFP se destacan por su mayor estabilidad térmica, menor costo y menor toxicidad, lo que las hace preferidas por fabricantes como Tesla y BYD.
Sin embargo, cuando estas baterías se desechan, el litio es casi el único componente con valor económico significativo, ya que materiales como el hierro y el fosfato tienen poco valor reciclable. Este escenario convierte el reciclaje eficiente en un desafío tecnológico y económico.
La solución de Choi: eficiente y escalable
El equipo liderado por la profesora Kyoung-Shin Choi desarrolló un proceso electroquímico capaz de recuperar iones de litio de baterías LFP usadas. Este método no requiere temperaturas extremas ni grandes cantidades de reactivos químicos, lo que lo convierte en una alternativa eficiente y potencialmente escalable.
Según información de Electrive, fabricantes globales ya mostraron interés en esta tecnología, que podría ayudar a reforzar la resiliencia de las cadenas de suministro frente a crisis geopolíticas y cuellos de botella en la minería.
Además, se está desarrollando un prototipo y se planea una startup tecnológica para llevar la solución al mercado de forma competitiva.
Implicancias y retos pendientes
La innovación de Choi llega en un momento clave: desde 2031, la Unión Europea exigirá que un porcentaje mínimo del litio en baterías nuevas provenga de fuentes recicladas, lo que obligará a la industria a incorporar soluciones de economía circular.
Entre los desafíos más importantes se encuentran:
- Escalabilidad: demostrar que el proceso es viable a gran escala.
- Costos y competitividad: competir con la minería tradicional en términos de eficiencia y logística.
- Pureza del litio recuperado: asegurar que cumpla con estándares industriales.
- Integración en la cadena de valor: adaptar procesos de recolección, descontaminación y manejo de residuos para automotrices y plantas de reciclaje.
Si estos desafíos se superan, el método podría abrir una ruta hacia la autosuficiencia de litio reciclado, con una reducción de la dependencia de fuentes mineras y los impactos ambientales asociados.
Perspectiva global y futuras líneas
A nivel global, un artículo reciente de Nature plantea que las tecnologías de reciclaje directo de cátodos, es decir, que reciclan el material activo sin desarmar completamente la estructura, pueden generar impactos sinérgicos potentes, aliviar desbalances en oferta y demanda de metales y evitar emisiones de carbono acumuladas.
En el plano comercial, empresas como Redwood Materials (fundada por el ex-CTO de Tesla) ya trabajan reutilizando baterías viejas o transformándolas en sistemas modulares de almacenamiento, según The Verge. Ese modelo puede coexistir con procesos de reciclaje químico para optimizar el valor residual de cada unidad usada.
En conjunto, estas innovaciones señalan un cambio de paradigma en la gestión del litio: del uso intensivo de recursos a un modelo circular, donde la recuperación y la reutilización se convierten en nuevas fuentes estratégicas de suministro. El reciclaje deja de ser un paso final para convertirse en una etapa esencial de la cadena energética del futuro.
