Si solo tenés un minuto
La industria del litio en el norte argentino avanzó de manera sostenida, con proyectos que enfrentaron desafíos técnicos complejos y lograron superar obstáculos geotécnicos, logísticos y de calidad.
La capacidad instalada de Argentina creció casi tres veces en dos años, superando las 186.000 toneladas de carbonato de litio, y se espera que en la próxima década el sector continúe expandiéndose con más plantas y mayor producción. La calidad del producto, la adaptabilidad tecnológica y la coordinación entre empresas emergen como factores clave para sostener ese crecimiento.
Los referentes coincidieron en que, aunque la industria ya alcanzó un nivel competitivo internacional, el futuro exige innovación constante, estandarización en la entrega de productos y decisiones estratégicas sobre la coexistencia de distintas tecnologías de extracción para seguir consolidando el liderazgo del país.
Durante el panel “Nuevas metodologías y casos de éxito en proyectos del NOA”, presentado en el Seminario Internacional del Litio 2025, tres referentes de la industria compartieron los avances, desafíos y enseñanzas que surgieron en el desarrollo de proyectos clave del norte argentino.
El panel estuvo compuesto por tres expositores: Adriana Bekerman de Litio Minera Argentina S.A./Ganfeng Lithium, Guillermo Simonutti de Eramine Sudamérica y Carlos Galli de Lithium Argentina.
Las experiencias de Eramine Sudamérica, Lithium Argentina y Litio Minera Argentina reflejan la madurez alcanzada por el sector y los puntos que todavía requieren mejoras para consolidar su crecimiento.
Desafíos iniciales y lecciones del terreno
Bekerman abrió la conversación con un ejemplo concreto de las dificultades geotécnicas que debieron enfrentar durante la construcción de las pozas del proyecto Mariana, ubicado en el Salar de Llullaillaco. “Desarrollamos toda la ingeniería y en el momento de empezar la construcción nos encontramos con algo que por ahí no es común en todos los salares, lo que denominamos los ojos del salar”, relató. Eran cavidades de hasta dos metros de diámetro que obligaron a reformular los métodos constructivos. “Tuvimos que desarrollar un método complejo de aplastamiento de costra y de los ojos para estabilizar el suelo. Esto nos trajo demoras e inconvenientes, pero hoy está solucionado”, agregó.
Por su parte, Galli recordó el recorrido de Exar, empresa hoy integrada en Lithium Argentina, y los efectos del contexto en su ejecución: “El proyecto fue muy complejo y desafiante. Hubo mucho de subestimar un desafío que se te escapa y corregir eso cuando ya estás andando es mucho más caro y difícil.” También mencionó que el desafío no técnico más importante fue la pandemia y valoró el esfuerzo del equipo que logró sostener el proyecto en momentos críticos.
Simonutti, que participó en los inicios de Exar y hoy lidera operaciones en Eramine Sudamérica, coincidió en que la experiencia siempre deja enseñanzas: “Una de las cosas más lindas y difíciles de la industria del litio es la química: crear y destruir equilibrios químicos para producir un material que exige una pureza casi absoluta”.
Flexibilidad y modularidad como claves de diseño
El concepto de flexibilidad atravesó gran parte del debate. Galli subrayó que “la industria necesita pensar sus operaciones en conjunto. Podemos concebir proyectos distintos, pero no podemos hacerlo empresa por empresa: hay que hacerlo como industria”.
Consultada sobre la posibilidad de escalar con estructuras modulares, Bekerman explicó que es una opción viable: “La modularidad existe y no es algo nuevo. Se pueden construir plantas por etapas, ampliándolas según la capacidad o los recursos disponibles”.
Simonutti añadió que, en plantas de gran escala, la distancia entre los desarrollos de laboratorio o de planta piloto y la operación real sigue siendo un punto crítico. “Todo lo que es laboratorio y planta piloto son el corazón de la industria química, pero muchas veces quedan muy lejos cuando uno da el botón verde y pone en marcha una planta de litio”, reflexionó.
Producción, calidad y evolución del mercado
El panel también abordó el cambio en la demanda global. Simonutti explicó que el mercado sigue pidiendo carbonato de litio y que el gran reto es sostener la calidad del producto en el tiempo. “Nuestra misión es proveer cada vez más con mejor calidad y menos variabilidad. El punto es cuánto tiempo somos capaces de sostener una calidad y qué tan variable va a ser el mercado para justificar ese esfuerzo”, dijo.
En esa línea, según datos del Ministerio de Economía, Argentina cuenta con una capacidad instalada de más de 186.000 toneladas anuales de carbonato de litio, casi el triple que dos años antes, impulsada por la expansión de proyectos en el NOA y la incorporación de nuevas metodologías de extracción y control de calidad.
Asimismo, el Secretario de Minería del Ministerio de Economía, Luis Lucero, anticipó que el sector tendrá en los próximos 10 años un crecimiento superior al 250% adicional, alcanzando 15 plantas en operación con una capacidad instalada acumulada de 658.000 toneladas anuales de carbonato de litio.
Galli sumó una reflexión sobre la evolución tecnológica: “Hace cinco años todos apuntaban a cierto tipo de baterías de alta densidad. Hoy, las baterías más estables y seguras, usadas sobre todo en autos eléctricos en China, dominan el mercado. Pero esto no quiere decir que ya está: es un objetivo en movimiento, cada vez más desafiante”.
El ejecutivo destacó además que, aunque la extracción directa genera expectativa, aún falta definir su papel dentro de la matriz productiva porque todavía no está del todo claro para qué se quieren esas tecnologías.
Logística, sostenibilidad y próximos pasos
El proyecto Mariana enfrenta condiciones especialmente exigentes: “Es el más alejado de todos los proyectos en Salta, son nueve horas en camioneta hasta el salar, y la logística fue y sigue siendo un desafío”, contó Bekerman.
Frente a ello, la empresa instaló un parque solar propio por razones de sostenibilidad y eficiencia económica. “Incluso eso nos llevó a reestructurar la ingeniería, porque al estar al lado de un volcán, hubo variables que debimos reconsiderar”, agregó.
Bekerman también destacó su experiencia en China, donde “todo está disponible y los sistemas funcionan de manera integrada”, mientras que en Argentina “hay que planificar cada detalle”. Pese a los desafíos, valoró el trabajo conjunto con proveedores chinos y el aprendizaje compartido.
En el cierre, los tres referentes coincidieron: la industria argentina del litio ya juega en otra categoría. “Ya no somos un país que busca entrar a la liga de proveedores de litio: ya estamos ahí. Ahora tenemos que mejorar rápido, ser más confiables y entregar productos homogéneos y trazables”, sostuvo Simonutti.
Bekerman cerró con una mirada hacia el futuro: “Cada tecnología tiene ventajas y desventajas. La extracción convencional demanda menos agua y energía; la directa requiere menos reactivos y alcanza mayor calidad más rápidamente. Cada empresa deberá definir su camino según sus recursos y objetivos”.
